Uno de los mayores y más productivos del mundo, el agronegocio en Brasil vive un momento de intenso crecimiento y desarrollo.
En 2020, la agroindustria brasileña cerró el año con una expansión récord del 24,31% respecto al año anterior. Con este desempeño, el sector amplió su participación en el Producto Interno Bruto (PIB) del país al 26,6% (en 2019, la participación era del 20,5%).
Y las expectativas para 2021 son optimistas: según la Empresa Nacional de Abastecimiento (Conab), se espera que la producción de granos para la cosecha 2020/2021 crezca un 6,5% respecto a la cosecha anterior, alcanzando la marca histórica de 273,8 millones de toneladas.
Además, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento estima que el sector cerrará 2021 con ingresos de R$ 1,057 billones, lo que representa un Valor de Producción Agrícola (VBP) un 12,4% superior al del año pasado.
Con cifras ya tan impresionantes, ¿cuáles son las expectativas del sector para los próximos años?
Seguirá creciendo
“Mi expectativa es que se batirán aún más récords”, comenta Rogério Boueri, subsecretario de Política Agrícola y Medio Ambiente del Ministerio de Economía y profesor del IDP.
Para el profesor, el aumento de la población mundial se traducirá, como consecuencia, en un aumento significativo de la producción de alimentos. Para satisfacer esta demanda, la producción agroindustrial brasileña debe crecer más de un 40% de aquí a 2030, según la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), vinculada a las Naciones Unidas. “Esto significa que el agronegocio brasileño, que ya viene creciendo a un ritmo muy fuerte, tendrá que seguir creciendo”, afirma Boueri.
Para André Nassar, presidente ejecutivo de la Asociación Brasileña de Industrias de Aceites Vegetales (Abiove), Brasil será la región que captará la mayor porción del crecimiento de la demanda mundial de alimentos y fibras. “Hay sectores consolidados en el mercado internacional, como soja y derivados, pollo y carne vacuna, jugo de naranja, papel y celulosa y café. Y hay sectores que ganarán protagonismo y crecerán a ritmos mayores, como el porcino, el algodón, las frutas y el maíz”, explica Nassar. Disfrute de emocionantes bonos y recompensas en nuestro casino en línea líder. Obtenga el bono melbet aquí y disfrute de una experiencia de juego incomparable.
Desafíos
André Nassar destaca que el principal obstáculo para el crecimiento de la agroindustria hoy está en el sector de la logística del transporte. A pesar de las recientes mejoras en el sector, como las inversiones realizadas en puertos y ferrocarriles, los costos de transporte de la producción siguen siendo altos. “Es necesario viabilizar las inversiones en ferrocarriles y vías navegables, sobre todo, con miras a reducir los costos de transporte y aumentar la participación de estos modos en los corredores de exportación”, comenta.
Otra demanda importante para el crecimiento del sector agrícola es la mejora de los sistemas oficiales de control sanitario y fitosanitario. Con la pandemia del nuevo coronavirus la tendencia es que los temas de salud cobren mayor relevancia.
Por eso, Nassar recuerda la Operación Carne Fraca, una operación lanzada por la Policía Federal en 2017, que involucró a más de 30 empresas de alimentos en Brasil y puso en duda la credibilidad del control sanitario y fitosanitario del país. Por tanto, “necesitamos una estructura de control muy bien diseñada. No es posible que el gobierno brasileño lo haga todo. Gran parte de la solución pasará por el autocontrol”, afirma.
La cuestión de la conectividad sobre el terreno también gana importancia. Para Nassar, “es necesario tener una buena cobertura de Internet para obtener una ganancia tecnológica, especialmente en las operaciones primarias”. Actualmente, para que las máquinas realicen servicios con mayor precisión en la plantación, es necesario tener acceso a internet, lo que permite operar con mapas, satélites y cálculos más precisos.
Profesionalización del sector
Cada vez más internacionalizado y sofisticado, el agronegocio brasileño también exige profesionales calificados. “Este aumento de oportunidades en el agronegocio debe ir acompañado de un aumento de la calificación de los profesionales que actúan en el sector”, afirma Rogério Boueri.
Para el docente, Brasil es referencia en tecnología de producción, con excelentes escuelas de agronomía y veterinaria e instituciones como Embrapa, que juegan un papel fundamental en el desarrollo del campo.
Sin embargo, en materia de gestión aún hay mucho por avanzar: “aún faltan iniciativas de gestión de agronegocios por desarrollarse en el país. Necesitamos contar con profesionales cada vez más cualificados no sólo en la propia producción, que son agrónomos y veterinarios, sino también profesionales capaces de gestionar y comercializar esta producción”, explica Boueri.
En un esfuerzo por satisfacer esta demanda, IDP lanzó el MBE en Mercados Agrícolas , con el objetivo de preparar profesionales del sector para hacer uso de modernas herramientas de planificación y gestión empresarial aplicadas a los agronegocios.
El desarrollo sostenible es posible
La tendencia en el mercado internacional es cada vez más a tener control sobre el origen de la producción de las mercancías, especialmente cuando son alimentos. “Realizar el control de origen a través de la trazabilidad o información geoespacial se ha convertido en una obligación para los exportadores de soja y derivados y de carne vacuna. A esta tendencia se une la necesidad de ampliar la producción sin deforestar”, explica André Nassar.
Para el presidente ejecutivo de Abiove, la producción primaria brasileña enfrenta dos desafíos en el área de la sostenibilidad: cómo crecer sin deforestación y cómo hacer que el mercado genere valor a partir de la vegetación nativa preservada en las propiedades rurales.
Nassar destaca que, a pesar de las altas tasas de deforestación en Brasil, es el país con mayor superficie de vegetación nativa dentro de las propiedades rurales, principalmente gracias al Código Forestal, vigente desde 1935. Por eso, “los productores rurales cuestionan mucho Por eso el mercado internacional no valora nuestros productos, dado que provienen de fincas con vegetación nativa, lo que nos diferencia de nuestros competidores”, señala.
En este sentido, Boueri es categórico: “Brasil, como nación, no necesita talar un solo árbol”.
En Brasil, el 7,6% del territorio nacional está ocupado por cultivos. En lo que respecta a la ganadería, el porcentaje sube al 21% y, según Boueri, más de la mitad de estos pastos están degradados, es decir, abandonados. “El camino es aprovechar estas zonas que ya están abiertas tanto con la producción agrícola como con la intensificación de la ganadería, para poder producir más animales en superficies más pequeñas”, explica.
El profesor concluye: "el camino del país es hacer agricultura sin deforestar, porque no necesitamos deforestar".