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ECONOMÍA Y GESTIÓN.

¿Cuáles son los límites de la política basada en evidencia?

28 de octubre de 2022

Investigadora responsable: Viviane Pires Ribeiro

Título del artículo: Los límites de las políticas basadas en evidencia: evidencia, emoción y justicia penal

Autores: Arie Freiberg y WG Carson

Ubicación de la intervención: Global

Tamaño de la muestra: No especificado

Tema principal: Política económica y gobernanza

Variable de Principal Interés: Política basada en evidencia

Tipo de intervención: identificación de los límites de la política basada en evidencia

Metodología: Revisión de la literatura.

Dada la relevancia de los enfoques afectivos de las políticas de orden público que resuenan en el público para la reforma penal, Freiberg y Carson (2010) sostienen que es más probable que se adopten políticas de justicia penal si, además de recopilar y presentar pruebas, se reconocen y Tratar el papel de las emociones, los símbolos, la fe, las creencias y la religión en el sistema de justicia penal. Los autores también reconocen que es poco probable que la evidencia por sí sola sea el principal determinante de los resultados de las políticas y que la creación e implementación exitosa de políticas también requiere un compromiso amplio y un diálogo basado en evidencia con las partes interesadas y afectadas.

Contexto de evaluación

Si bien los enfoques "racionalistas" o "basados ​​en la evidencia" de las políticas contra el crimen pueden atraer a tecnócratas, burócratas y diversos académicos, a menudo no logran competir exitosamente con los enfoques afectivos de las políticas de orden público que resuenan en el público y que parecen satisfacer profundamente necesidades psicológicas. Estos enfoques a menudo no reconocen que “política” y “política” son conceptos relacionados y que los debates sobre justicia penal se llevan a cabo en ámbitos más amplios que la academia, el departamento o la agencia. Para tener éxito, la reforma penal debe tener en cuenta las emociones que siente la gente cuando se enfrenta al delito. Además, una reforma exitosa debe tener en cuenta los cambios en el “estado de ánimo” o las emociones del público a lo largo del tiempo y ser sensible a las diferentes culturas políticas y sociales.

Detalles de la intervención

En un contexto jurídico, “prueba” se refiere a la información proporcionada para establecer un hecho o punto en cuestión. En términos más generales, puede ser cualquier “información seleccionada del stock disponible e introducida en un punto específico del argumento para persuadir a una audiencia específica de la verdad o falsedad de una declaración”. En este sentido, Freiberg y Carson (2010) sostienen que, si bien la evidencia es un elemento importante en el proceso de formulación de políticas, es solo una parte del proceso de persuasión y rara vez determina los resultados de las políticas.

La impresión predominantemente transmitida por la literatura es que un modelo basado en una relación lineal directa de racionalidad no es adecuado para la tarea de dar sentido al lugar que la evidencia y el conocimiento más general pueden o incluso deben desempeñar en la formulación de políticas.

Así, los autores citan algunos estudios previos que reprodujeron una tipología quíntuple de la relación entre política y conocimiento que analiza varios modelos alternativos:

  • El modelo impulsado por el conocimiento en el que la investigación lidera la política. Este modelo contiene un elemento de inevitabilidad científica, con el experto "en la cima" y, en una forma extrema, la abdicación de la elección política en favor de la ciencia;
  • El modelo de resolución de problemas en el que la investigación sigue la política y las cuestiones políticas dan forma a las prioridades de investigación. Los expertos están "disponibles" en lugar de "en la cima" y se utilizan piezas específicas de investigación (recopilación de evidencia) para ayudar en la formulación e implementación de políticas;
  • El modelo interactivo en el que la investigación es uno de los muchos factores de un “conjunto mucho más complejo y sutil de relaciones entre la toma de decisiones y la investigación”;
  • El modelo político/táctico es aquel que “ve la política como el resultado de un proceso político” que también impulsa la agenda de investigación de una manera políticamente instrumental;
  • El modelo de la Ilustración incluye investigaciones que afectan la forma en que se plantean los problemas. En lugar de que la investigación sirva directamente a las agendas políticas, los beneficios son indirectos. La investigación y la evidencia derivada posteriormente no abordan el problema de decisión en sí, sino el contexto en el que se tomará esa decisión.

Sin embargo, Freiberg y Carson (2010) sostienen que de estos cinco modelos, sólo el modelo de la Ilustración, adecuadamente ampliado, puede abarcar las características intrínsecas (emoción y afecto) del dominio evidencia/política de una manera constructiva.

Detalles de la metodología

En la primera parte del estudio, Freiberg y Carson (2010) rastrean el crecimiento del movimiento contemporáneo de políticas basadas en evidencia (PBE) y, en particular, el "imaginario" de un modelo lineal/racional idealizado de formulación de políticas científicas que parece persistir. Aunque los autores no ignoran el lugar de la evidencia en los procesos de formulación de políticas, sugieren que el desarrollo de políticas basadas en evidencia no debe verse simplemente como un proceso, por complejo y confuso que sea, de la marcha inexorable de una racionalidad descalificada en la formulación. de políticas públicas. Más bien, debería verse como un paso en la evolución de un modelo de desarrollo e implementación de políticas reflexivo, recursivo y multifactorial.

En la segunda parte del artículo, Freiberg y Carson (2010) amplían el modelo, destacando que los argumentos afectivos o emocionales tienen un papel legítimo, si no vital, en el discurso de las políticas públicas. De hecho, los autores sostienen que la falta de apreciación del papel de la emoción puede explicar en parte por qué tantos informes oficiales y académicos siguen sin implementarse en el cajón metafórico del gobierno. A continuación, los autores analizan una variedad de modelos de la relación entre política y evidencia y argumentan que para tener en cuenta tanto la evidencia como la emoción se requiere un modelo que incorpore un amplio compromiso democrático y diálogo con las partes interesadas. Comprender el proceso de recopilación, presentación y explicación de pruebas (los aspectos procesales de las reformas y las políticas) puede ser tan importante como la sustancia de esas políticas.

Resultados

La visión del modelo de la Ilustración enfatiza la importancia de crear un discurso informado en un frente democrático más amplio; una en la que la visión es la de una “sociedad basada en la evidencia en la que el debate esté informado y tenga en cuenta la evidencia (disputada) que está disponible para muchos, no para unos pocos”. También lleva la evidencia al ámbito más amplio del afecto, posiblemente apoyando la noción desconocida, si no ilógica, de “evidencia impulsada por las emociones”. También plantea un proceso centrífugo de difusión de evidencia en lugar de un proceso centrípeto más estrecho de recopilación de evidencia instrumental, aunque mediante consultas dignas, con fines de formulación de políticas. La evidencia circula de regreso al proceso de formulación de políticas a través de un enfoque comunicativo, discursivo o dialógico que busca democratizar el conocimiento y su uso; inyectar deliberadamente valores y emociones en el proceso de toma de decisiones; y evitar la despolitización y gestión de la producción de conocimiento y su uso. Esto implicaría el rechazo de las afirmaciones científicas de autoridad exclusiva y la “inserción en el centro mismo de la empresa científica de un discurso más accesible y democrático.

La adopción del modelo de clarificación de políticas basado en evidencia también implicaría un nuevo compromiso con la apertura por parte de las organizaciones diseñadas para maximizar el impacto de la evidencia en la formulación de políticas. Quizás lo más obvio sería que tendrían que ser abiertos en el sentido de que tendrían que ser permeables a los aportes y la participación de otras partes en un papel más activo y colaborativo que el que connotan los conceptos tradicionales de consulta, contratación o asesoramiento de expertos. Los grupos de interés y sus defensores se convierten en parte integral de un proceso informado de debate público sobre datos y evidencia. Los profesionales, los usuarios y otras partes interesadas (que no carecen de sus propias posiciones emocionales y valorativas) se convierten en parte de un proceso iterativo dentro del cual sus conocimientos, sentimientos, necesidades y perspectivas, aunque no se les da primacía o privilegio incondicional, se integran en la identificación de problemas, el análisis evidencia y formular políticas pertinentes.

Lecciones de políticas públicas

El modelo de política pública sugerido por Freiberg y Carson (2010) no requiere abandonar la evidencia por la intuición o la razón por la emoción. Los autores intentaron establecer una distinción entre el elemento de “evidencia” en las políticas basadas en evidencia y el componente de políticas. Si bien la base de evidencia para las políticas, en la medida en que sea empírica o cuantitativa, debe ser científicamente rigurosa, la aplicación o traducción de esa evidencia a la práctica, particularmente en relación con el sistema de justicia penal, debe basarse en consideraciones más amplias, como las emociones.

Por lo tanto, los autores sugieren que el reconocimiento de la emoción y el afecto dentro de un proceso de formulación de políticas abierto y dialógico no solo generaría un mejor modelo de política basada en evidencia, sino también una mayor probabilidad de que dichas políticas logren los objetivos expresados.

Referencias

KARIMI, Saeid et al. El impacto de la educación empresarial: un estudio de las intenciones empresariales y la identificación de oportunidades de los estudiantes iraníes. Revista de gestión de pequeñas empresas , vol. 54, núm. 1, pág. 187-209, 2016.